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Eco 12 enero, 2007
Eco.
Tenía veinte años y se creía como todas, protagonista de una historia extraordinaria. Piel de papel de arroz, olor a caoba, andar de campana.
Un ajetreo arrítmico de zapatillas la anunciaba y Juan salía a recibirla, buscando entre serpentinas de cabello, los rollizos labios. – ¿Por qué tardaste? Te extrañaba.
El primer encuentro fue en el parque, ella cazaba grillos para guardarlos en jaulitas, Juan la observaba apoyado en el barandal de un puente y se sintió tan feliz, que no pudo guardarse la sonrisa y se acercó para decirle que quería pasar la vida con ella.
Se casaron. El enamorado colocó frente al espejo del tocador, que eligieron juntos, una cajita con un hermoso cantor de alas fuertes y doradas; quien entonó para ellos muchas veces la misma melodía, en aquella que los invitados llamaban “su primer noche juntos”.
No tuvieron hijos, pues Inocencia pensaba que había especies más frágiles a las que debía cuidar y proteger; él aceptó inmediatamente, liberado de una carga que pocos hombres anhelan, y pasaban las tardes meciéndose juntos, anestesiados con el tintineo de los insectos.
Un viernes Juan comenzó a quejarse, lo que al principio le pareció un encanto, se había convertido en una plaga. Imposible pisar el jardín sin matar a un buen número de bichos, pues lo habían invadido, y en la noche no se podía dormir con el escándalo de tantas alas. Ella justificaba a sus “niños” diciendo que si se habían reproducido tanto, era porque la compañía de los humanos los hacía felices. Juan dejó de regalarle a su mujer un grillo por cada aniversario.
La mecedora rechina para ocultar el silencio de Inocencia que no deja de mirar las flores de la cortina. Sus talones no tocan el piso, se escapan antes, no dejan que el balanceo y el corazón se detengan.
Él se marchó “ en muy poco tiempo” según palabras de la anciana. –Siempre creí que no podría vivir sin estar a mi lado, que me amaba como yo a él, pero no volvió. Así son los hombres: huidizos; se van, su mueren, o se quedan; pero no están.
El tejido crece incesantemente entre arrugadas manos, sin tomar la forma de un futuro dueño, solamente es un ilimitado rectángulo que interrumpe su monótono crecimiento para que la vieja hable: -Pensar que eran tantos que tapizaron el jardín y no quedó ni uno sólo, yo creo que eran todos machos porque desaparecieron. Desde chica mi mamá m regañaba por andar juntando grillos, no sé por qué me gustan tanto; aunque la verdad, es que sí eran un poco latosos, se metían en cualquier parte: en los cajones del escritorio, entre la ropa, en la cama, incluso una vez encontré uno en la cazuela del guisado. A lo mejor por eso se fue Juan y no quiso decir nada para no lastimarme hablando mal de mis animalitos… O tal vez temió acabar guardado en una jaula.
La anciana contó su historia mirándome desde sus ojos grises, aún tenía brillo en los labios y bajo su chal blanco guardaba un vestido rojo con delicadas cintas en el escote.
-Sin embargo, todavía escucho los grillos. ¿Usted no los oye?.
De cocoa
De cocoa
Esta mañana antes de tener conciencia tuve un orgasmo circular, nació de mi ombligo y en una media vuelta llegó al clítoris regresando luego al origen: Sin embargo, estoy tan triste ahora.
¿Qué es lo que piensas a las cinco de la tarde? Yo me miro en el espejo y veo que una sombra oscura creció bajo mis ojos, parecen nidos.
Recuerdo cada olor de tu cuerpo, la temperatura en todos los rincones, las veta de sándalo en tu piel.
El último regalo que me hiciste, la esfera azul llena de chocolates en forma de mariposas, sigue ahí sobre la mesa. Eras como un padre que premia con dulces el mal comportamiento.
Después del desmayo cada mordida rebotaba en el aire y sólo quedaba en mi cabeza, como murmullo aquello de Villaurrútia:
“Amar es una sed, la de la llaga
que arde sin consumirse ni cerrarse”.
Cuando te sepultamos no lloré, estaba entretenida en la lluvia de flores blancas que te caía encima; apareció como calor esa imagen sobre mi cuerpo. Entraste en la tierra oscura como antes en mí.
Ahora, sentada frente a la mesa miro la esfera azul y lo que siento es incredulidad. –En la noche verás cómo los derretimos.- Dijiste.
Detrás de la ventana, en el parque, nada ha cambiado y la gente sigue haciendo hermosas cosas sin sentido: Caminan de extremo a extremo, se paran frente a la fuente a mirar, le ponen abrigo a los perros. Mira, ahí va la señora del niño pelirrojo, cómo te desesperaban sus chillidos. Ella se puso muy triste cuando se enteró de lo tuyo, no sabía qué decirme y me invitó a sentarme a tejer…
Es media tarde y el aire se llena del café que he preparado, necesito un abrazo y uso tú taza.
Cuando era niña los chocolates me gustaban mucho más que ahora. Mis favoritos eran los huevitos con rompope que me regalaban en pascua. Entonces pensaba que llegaría a ser madre de muchos niños con cabellos de colores y que los iría turnando para bajar por la resbaladilla, luego volveríamos a nuestra casa de grandes postigos de madera y una fuente en el patio que cantara siempre como lluvia.
Crecí y me volví temerosa, me daba miedo trabajar, levantarme con frío a clasificar incomprensibles papeles en un escritorio metálico. Me resigné pronto a este pequeño departamento que poco a poco y me imaginé que era un Edén.
Esta mezcla de chocolate y café ha resultado muy buena, casi diría que va llenando mis vacíos, incluso me ayuda la sensación pegajosa que deja en las manos. Desde que partiste, no sé dónde colocarlas cuando duermo.
El techo está lleno de grietas, quisiera que el dolor escapara a través de ellas. Nunca quisiste que cortara mi cabello, decías que te gustaba sentirlo caer sobre tu pecho como una lluvia de seda.
Quiero pedirte algo:
Cuando este temblor que nace de mi ombligo me haya envuelto y grite, abre de golpe la ventan y deposita sobre mí la espesura de tus besos. Humedece cada poro, cada espacio de mi piel que hasta ahora tu aliento no haya encontrado. Llévate de aquí todos mis sentidos y deja que se disuelva mi cuerpo heredero de mariposas.
Tirada sobre la alfombra se agolpan en mi mente los sonidos de tu risa, de la fuente, de la lluvia, de los cristales azules de la copa que tras un golpe de viento ha caído.
La belleza
La belleza
Eva nació para ser bella; sus ojos se lo decían, su corazón, siempre incompleto, se lo pedía; sus labios que, frente al espejo, ensayaban los más trémulos besos, se lo prometían.
Abrió el clóset, saco cualquiera de sus enormes túnicas pardas y escondió su cuerpo. Por momentos lograba olvidar su sobrepeso, cuando charlaba en un café horas enteras con sus amigas, haciendo una antología de los cortes de cabello que ha usado Luis Miguel: No, estás loca; el más divino fue el que usó en el video de “La Incondicional”. Te juro que lo veo y todavía siento que me desmayo cuando voltea hacia la cámara. No sé cómo pudo andar con la Marya, que tiene cara de changuito y las tetas tan grandes que le han de colgar hasta el suelo. La carcajada de las amigas tapó la angustia que le provocaron sus propias palabras, y que quiso llenar con un enorme sorbo de coca-cola light.
Lo olvidaba también cuando iba al salón a que le arreglaran el cabello y las ya inaccesibles uñas de los pies. Su pelo húmedo volaba entre los dedos del estilista, mientras escuchaba con alivio las miserias de otros: A ver ahora sí, mira cómo quedaste, las luces cobrizas te sentaron muy bien y te lo desvanecí de los lados para que se vea menos redondita tu cara. Eva frente al espejo se estrelló.
Creció escuchando que las mujeres deben ser hermosas, como una especie de requisito indispensable, como un primer valor. La bondad, la dulzura, la inteligencia; son cualidades adicionales, lo importante en el sexo femenino son la capacidad de sacrificio y la belleza.
Su madre siempre se lo advirtió, desde que en su fiesta de cinco años no lució exactamente como una princesa: Ay, hijita, mira nada más, de qué sirve tu naricilla respingada y tu vestido tan bonito con esta figura regordeta. Las niñas no pueden ser gorditas; con los niños es otra cosa, de todos modos los consiente uno, pero si sigues así, cuando seas grande no vas a encontrar quien te quiera.
Nunca tuvo los amigos que eligió, sino los que le permitieron serlo. Cuca, amiga más bien de su mamá, se acostumbró a salir con ambas; hasta las apodaba “el dueto maravilla” por lo mucho que la hacían reír y olvidar sus propios problemas. Laurita y Tere, también mayores que Eva, eran compañeras del coro de la iglesia; unas hermanas a las que educaron para ambicionar mucho más de lo que la vida les pudo ofrecer, y se quedaron esperando; la pasaban muy bien con Eva; juntas charlaban de los hombres como si ya hubieran tenido uno, con la contundencia que les daba el discurso de las tías y las abuelas.
Cuando fue adolescente, de vez en cuando la invitaron a una fiesta. Aún no era tan obesa, pero como desde pequeña le habían hecho énfasis en su defecto, no esperaba que los muchachos la trataran como a las otras chicas; sabía que no merecía flores, ni tarjetas, ni piropos; que no le abrirían la puerta para salir del coche y, sin embargo, se sentía lastimada cuando uno de ésos muchachos le daba un manotazo en la espalda y le platicaba de su “buenísima técnica para ligarse viejas”; cuando la trataban como a un camarada y no como a una mujer.
Una vez, hace varios años y como treinta kilos, tuvo un amigo especial: Hugo; desde que lo conoció fue muy amable con ella, ingenioso, buen conversador, siempre al tanto de lo más reciente en espectáculos y lugares de moda; la llevaba a todas partes y la presentaba como a una gran amiga; poco a poco él fue ganando terreno en el árido corazón de Eva; prácticamente se confesaba con ella, le decía que era una suerte encontrar a una mujer así: cálida, comprensiva, con sentido del humor; hasta que, como era evidente, él le fue llenando los vacíos.
Una tarde Eva se sintió, no valiente, sino con valor; se miró de frente, le gustaron sus ojos, sus pestañas enormes, sus labios naturalmente rosados, su cutis terso, sus ideas; lo invitó a cenar, se atrevió a usar un escote y a dejarse el cabello suelto, y se lo dijo simplemente así, como casi ninguna mujer lo diría: Te amo. Él la miró, entre incrédulo y ofendido: Bueno, este… la verdad, no lo imaginaba, pero… en fin, una cosa es como amigos. ¿Qué te puedo decir? No me lates, no podría abrazar o besar a alguien que… Seguro vas a encontrar quien te ame como eres.
En un intento por alcanzar a ver a sus hijos, por muchos años ella cerró los ojos, los apretaba muy fuerte y se decía: Sí, sí sé que estoy ahí. ¡Mira!, tengo una niña y un niño; sí, y una casa bonita; ése de ahí ha de ser mi esposo… ¿dónde estoy yo?… Ahí, lo veo, un día voy a ser delgada. Y fue con un chino del centro que predice el futuro en las galletas, y también a que le leyeran la baraja española, y el tarot, y con una vecina que sabía de hidromancia, y todos le habían dicho que sí, que así sería y Eva estaba feliz.
Cumplir treinta y cinco le pesó tanto como el día en que se acabaron los números de la báscula y la archivó para siempre debajo de la cama. La maternidad ya le pareció imposible; pasó toda la mañana en el baño llorando, y su mamá la llamaba desde afuera: Ven, anímate, ¿por qué estás así? Van a venir tus tíos y mi amiga Cuca; llámale a Laurita y a Tere para invitarlas; voy a preparar unos sándwiches muy buenos.
Le daba vergüenza que la vieran y más vergüenza mirarse; se culpaba siempre de vivir dentro de aquel cuerpo deforme, indigno, ofensivo. Todas las noches lloraba y todas las mañanas se enojaba por ser quien era; por no haber tenido el coraje suficiente para librarse de aquella prisión.
Cuando llegó el pastel sintió que ya había sufrido demasiado, que si no se consolaba a sí misma nadie lo haría, que no valía la pena recriminarse tanto por lo que escapaba de sus manos y que “las penas con pan son buenas”.
Se sabía linda, una delicada dama vivía bajo aquel cuerpo ajeno, desconocido, vulgar; por eso se sometió a tantos tratamientos, a costa de la salud y la dignidad. Lo único que le interesaba perder eran kilos.
Trató de concentrarse, practicó yoga y meditación, recurrió a la acupuntura y al homeópata. Bajaba un poco, muy lentamente. Un día un doctor le dijo que no debía desesperarse, que finalmente no subió todos esos kilos en unas semanas. ¿Con eso qué me quiere decir?, ¿que más o menos a los setenta años ya voy a estar delgada?
Su abuelita le dijo: “¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?” Con que no comas dulces ni refrescos es suficiente. Eva dejó de comer dulces, refrescos, pan, tortillas, queso, leche, azúcar, pastas, carne, nueces y hasta jitomates. Lo intentó, pero vivir de lechuga, manzana y calabacitas le daba gastritis. Llegó a vomitar por el hambre que sentía, y se aguantó y volvió a vomitar, y apretó fuerte los puños y se aguantó y volvió a vomitar, y se hizo una rutina.
Hizo también una “manda”, le ofreció a la Virgen de Guadalupe que si la ayudaba, le encendería una veladora por cada kilo perdido. Le regalaron un talismán verde, para recuperar la salud y lo llevaba siempre en su bolsa; hasta se compró ropa íntima de última moda para motivarse pensando que ya pronto la estrenaría.
Tembló bajo el efecto de las anfetaminas, se irritó la piel de tanto sudar con el traje de plástico, padeció unas agruras terribles con la dieta de los jugos, se comió las uñas para no cenar, se laxó, se sacó el agua con diuréticos y hasta llegó a desmayarse con las pastillas aquéllas de “hierbitas naturales”.
Los médicos no la atendían correctamente si enfermaba: Es que está usted muy pasada de peso, no vale la pena que le revisemos los riñones, ni la matriz, ni las muelas; todo lo que le pasa es porque está muy gorda y, si tuviera un poquito de voluntad, podría bajar. Escuchó incluso a uno que le dijo que su obesidad era mórbida y que lo más conveniente era engraparle el estómago; le dio miedo, lo consideró, pero era demasiado dinero para una mujer sin amistades ni empleo.
Pasaron los años, llegó a encontrarse compañeras de la escuela que también fueron gordas alguna vez y que ahora habían adelgazado; no soportaba la imagen del fracaso y se alejaba apresurada para no saludarlas. ¿Qué hicieron ellas? ¡Qué descanso!, una dieta drástica una sola vez y se acabó, nunca más volvieron a mirarlas con benevolencia, a ofenderlas, a despreciarlas de primera instancia; ahora tenían la oportunidad de ser personas; de saberse aceptadas, rechazadas, contratadas, felicitadas o criticadas por motivo de su capacidad y su carácter.
Escuchó también muchas cosas que le dijeron el terapeuta, su mamá, las siempre acomedidas vecinas y, por supuesto, sus esbeltas amigas de la iglesia, que jamás mascaron chicles de picolinato de cromo para distraer el hambre: No te quieres a ti misma ,así no puedes querer a los demás. Si le pusieras tantitas ganas, mira cómo yo no engordo nunca. No hay mujeres feas, sólo descuidadas. Estás castigándote por algo. Eres insegura. Las gordas son sucias, desaliñadas, huelen a grasa; no, no es cierto, son simpáticas, chistosas; compensan su fealdad con buen humor. Lo que debes hacer es tomar mucha agua. No cenes. No comas entre horas. No desayunes.
Un día se hartó y decidió simplemente comer, comer todo aquello que su organismo le reclamaba, sin pensar en las calorías ni en los carbohidratos ni en las grasas saturadas; comer con placer y con gusto, sin culpa ni vergüenza.
Tanta libertad la desbordó, no cupo más en la ropa que vendían en las tiendas, le quitó las patas a la cama porque reventaron, se le amontonaban los minutos en espera de un taxi que pudiera llevarla; no volvió al cine, ni al teatro, ni a los restaurantes, para no escuchar una disculpa por no poder darle un asiento lo suficientemente amplio.
Estaba desolada. Quiso huir. Ya sus pasos se habían tornado lentos para no caer, sus piernas chocaban una contra otra en el intento de avanzar y se herían mutuamente. Empezó a llover sin tregua, y luego a granizar. La gente, apresurada, se refugió en casas y comercios. Eva aferraba los dedos de los pies a los zapatos, no pudo más y resbaló, cayó de espaldas sobre el hielo, no consiguió enderezarse, pidió ayuda pero todos se había ido, así pasaron muchas horas.
Tirada boca arriba se le heló la espalda, sus oídos se llenaron de tormenta y cerró los ojos. En definitiva era bella, los curiosos que se acercaron no podrían dejar de notarlo: su piel nívea, las manos de hada, el cabello de seda, el gesto de un ángel caído.
Marea Alta
“Marea alta”
Ana era un delfín, lo sabía porque cuando nadaba de aquí para allá inmersa en el río de gente que atraviesa la ciudad, sentía que algo tan estrecho no podía ser su corriente; se lo confirmaban sus manos puntiagudas, su cabello grisáceo y sus ojos entre verde y amarillo.
Definitivamente era un delfín, esta certeza se acentuaba en las noches cuando la luz de la luna que empezaba a filtrarse por la ventana la invitaba a introducirse en su habitación como en un acuario. Su cama, cubierta por un edredón azul tenía por almohadas un montón de cojines que imitaban los colores y las formas de las conchitas que en la arena se revuelcan y a manera de cabecera un gran póster del mar llenaba la pared de lado a lado; al fondo, junto al escritorio, un espejo hacía doble la pecera azul donde nadaban ambarinos pececillos que inundaban el cuarto con su olor; cada noche Ana después de librarse de la ropa introducía un dedo en la pecera y gota a gota se perfumaba para introducirse en la cama.
Una noche, ya apagada la luz, le pareció que el póster tenía algo especial, la espuma de las olas era más blanca, más luminosa, estiró la mano para tocarla; podía sentir que estaba tibia. Se quedó dormida, los pies inquietos buscaban un sitio fresco en el fondo de la cama; algo como arena, como sal, le cubrió el cuerpo, llena de calor tiró el edredón, un intenso placer la recorrió entera, algo como un escalofrío le desprendió el alma.
A la mañana siguiente alguien le gritó desde la puerta que ya era hora. La luz del cuarto reveló una cama vacía y empapada.
poesía 1
Tímboli
1
Con los años entre las manos
me asomé al espejo para ver si te encontraba
alimenté a la muñeca con polvo de galletas
la abracé cada vez que lloró
y le dije que yo era su madre
y que eso le bastaba en el mundo
palabra tras palabra quise construirte
recé
como dijo la madre Sole que pedían a sus hijos las mujeres buenas
2
Pensé que vendrías de sus ojos verdes
desde aquella árida distancia
del punto ciego que llamé calor
llegaste por el atajo de la ventura
como promesa anónima
pensé que llegarías de sus codiciadas manos
de su piel ajena
de sus palabras infinitas
llegaste en el silencio
como una revelación
como una anuncio íntimo
3
avanza viaja
asciende desciende
rodea permanece
acecha espera
encuentra recibe
uno uno
me multiplico
te multiplicas
no eres tú
no soy yo
diminuto y constante late
4
Hoy amanecí distinta
más temerosa
y más valiente
5
“Positivo”:
Incrédula
me llevo las manos a la boca
Plena
sonrío
Turbada
no sé a dónde mirar
Asombrada
lloro
Feliz
tiemblo
Cálida
pongo las manos en mi vientre
Excitada
quiero decirlo
Complacida
me observo
Conmovida
te hablo
6
Ya conozco tu corazón
dijo frases minúsculas
firmes como un grito
Un eco acuático te anuncia
conocerás la luz
los perros
el suéter que tejí
Algo como pies y manos vuela en mi vientre
lo llena de presentimientos
estoy inmensa
giras mientras duermo
sueñas mientras piso
es tanta sangre lo que me marea
Salgo a caminar todas las tardes
para adelantarte algo del mundo
los grillos
los aviones
el agua
…
7
Ya casi estás aquí
me lo dice el tul almidonado
y mi cadera que gime
Casi estás aquí
has dado un empujón
de los muchos que darás para instalarte
Hoy el aire está distinto
huele a tu piel novel
a tus dedos de ángel
a tus ojos que me mirarán como recién llegados de otro mundo
El médico y tu padre y los pájaros y las motocicletas callan
Primero tu cabeza
luego tus hombros
tu frente ungiendo mis labios después
8
Tu queja lo inunda todo
abarca la distancia de la noche
es una saeta clavada en mis pezones
mano leche como luna
Tu voz llega hasta mi cuerpo abierto
no importa el dolor
voy a ti en un salto
clamo: “¡el niñito, el niñito¡
como para que alguien te traiga de nuevo a mis entrañas
y yo te cante como antes
y no llores nunca
9
Has encontrado tus manos
pasan como mariposas frente a tu sonrisa desdentada
tu edad comenzó en mi cuerpo
y ahora se escapa a otra parte
al aro verde que quieres alcanzar
Buscas mi voz como a un muro
quieres sostenerte
yo invento un nombre
y tus labios ensayan repetirlo
Te conviertes en aquello que descubres
tu llanto vuelve de arena el tedio
Con un dedo me dices que tengo ojos como tú y boca como tú
con el mismo dedo me preguntas por todo lo que brilla
10
Apagaste la vela con un soplo
te reconoces
te escondes
decides que ahí sí meterás el dedo
que llegarás hasta allá
de pie o a gatas si lo precisa la aventura
No siempre distinguirás el límite
te llenaras la boca de argumentos
te irás después
Te traje al mundo por frenesí
por un deseo loco de olerte y tocarte
para decirte lo que debí decirme
para escuchar de ti lo inesperado
por apostar a que fallaban todas mis predicciones
Pequeñísimo y extenso
veo las líneas de tu mano y las beso
como a una turquesa que contiene todo lo azul
Tímboli
Tímboli
1
Con los años entre las manos
me asomé al espejo para ver si te encontraba
alimenté a la muñeca con polvo de galletas
la abracé cada vez que lloró
y le dije que yo era su madre
y que eso le bastaba en el mundo
palabra tras palabra quise construirte
recé
como dijo la madre Sole que pedían a sus hijos las mujeres buenas
2
Pensé que vendrías de sus ojos verdes
desde aquella árida distancia
del punto ciego que llamé calor
llegaste por el atajo de la ventura
como promesa anónima
pensé que llegarías de sus codiciadas manos
de su piel ajena
de sus palabras infinitas
llegaste en el silencio
como una revelación
como una anuncio íntimo
3
avanza viaja
asciende desciende
rodea permanece
acecha espera
encuentra recibe
uno uno
me multiplico
te multiplicas
no eres tú
no soy yo
diminuto y constante late
4
Hoy amanecí distinta
más temerosa
y más valiente
5
“Positivo”:
Incrédula
me llevo las manos a la boca
Plena
sonrío
Turbada
no sé a dónde mirar
Asombrada
lloro
Feliz
tiemblo
Cálida
pongo las manos en mi vientre
Excitada
quiero decirlo
Complacida
me observo
Conmovida
te hablo
6
Ya conozco tu corazón
dijo frases minúsculas
firmes como un grito
Un eco acuático te anuncia
conocerás la luz
los perros
el suéter que tejí
Algo como pies y manos vuela en mi vientre
lo llena de presentimientos
estoy inmensa
giras mientras duermo
sueñas mientras piso
es tanta sangre lo que me marea
Salgo a caminar todas las tardes
para adelantarte algo del mundo
los grillos
los aviones
el agua
…
7
Ya casi estás aquí
me lo dice el tul almidonado
y mi cadera que gime
Casi estás aquí
has dado un empujón
de los muchos que darás para instalarte
Hoy el aire está distinto
huele a tu piel novel
a tus dedos de ángel
a tus ojos que me mirarán como recién llegados de otro mundo
El médico y tu padre y los pájaros y las motocicletas callan
Primero tu cabeza
luego tus hombros
tu frente ungiendo mis labios después
8
Tu queja lo inunda todo
abarca la distancia de la noche
es una saeta clavada en mis pezones
mano leche como luna
Tu voz llega hasta mi cuerpo abierto
no importa el dolor
voy a ti en un salto
clamo: “¡el niñito, el niñito¡
como para que alguien te traiga de nuevo a mis entrañas
y yo te cante como antes
y no llores nunca
9
Has encontrado tus manos
pasan como mariposas frente a tu sonrisa desdentada
tu edad comenzó en mi cuerpo
y ahora se escapa a otra parte
al aro verde que quieres alcanzar
Buscas mi voz como a un muro
quieres sostenerte
yo invento un nombre
y tus labios ensayan repetirlo
Te conviertes en aquello que descubres
tu llanto vuelve de arena el tedio
Con un dedo me dices que tengo ojos como tú y boca como tú
con el mismo dedo me preguntas por todo lo que brilla
10
Apagaste la vela con un soplo
te reconoces
te escondes
decides que ahí sí meterás el dedo
que llegarás hasta allá
de pie o a gatas si lo precisa la aventura
No siempre distinguirás el límite
te llenaras la boca de argumentos
te irás después
Te traje al mundo por frenesí
por un deseo loco de olerte y tocarte
para decirte lo que debí decirme
para escuchar de ti lo inesperado
por apostar a que fallaban todas mis predicciones
Pequeñísimo y extenso
veo las líneas de tu mano y las beso
como a una turquesa que contiene todo lo azul
Romper en tierra
Romper en tierra
Padre nuestro
no sé si estés en algún lado
de cualquier modo es bueno
santificar tu nombre
pero tu reino
ése sí no nos lo des
es ajeno
hermético
ficticio
fantasmagórico
Si aún nos tienes buena voluntad
hágase ésta en nosotros,
danos algo cada día
aunque sea un indicio
Perdona nuestras ofensas
así como nosotros perdonamos tu abandono
Ya que nos es inevitable caer incesantemente
déjanos caer sin culpa
y sobre todo líbranos
líbranos por favor de esta debilidad
que nos lleva a creer
que algún día vas a salvarnos
*
Está bajando la marea
mis manos
cubiertas de arena
son carta cerrada
no puedo leerlas
La playa está sembrada de astillas
restos de lo que amé
de lo que aún busco
de lo que fortuitamente he sido
Sin embargo
el oleaje
suave ya
me remite a tu voz
llena de palabras precisas
esenciales…
Tengo tantas ganas de abrazarme a ti
rendirme en ti
bajar la guardia
cerrar los ojos
sobre tu pecho
respirar tu piel
Todo huele a sal
el sol sube
y el calor
poco a poco
se va hospedando en
en mis oquedades
*
Quisiera verte amando
quiero saber cuánto das de ti
con qué premura te entregas
cuánto pides
cuánto guardas
cuánto miden tus silencios
cuánto pesan
Dónde posas los ojos cuando vuelves
qué es lo primero que piensas
Si mientes
qué es lo primero que dices
*
Un sinnúmero de pretextos te están buscando
el desasosiego te llama
el frío te busca
el temblor te nombra
Ojalá te sea inevitable mirar mis labios
pensar si entre ellos cabrán tus dudas
ojalá te urja la tibieza
la ternura
ojalá que un día reviente tu equilibrio
Mientras
mis letras te tocan
te alcanzan
ojalá tiembles cuando tus ojos las recorren
y algo en ti dude
y te obligue a descolgar la bocina
a hurgar en el mail
a abrazar la almohada y cerrar los ojos
Ojalá me necesites un poco después de que amas
ojalá alguna vez cruces los dedos por si acaso
*
Silencioso vas como un camino
recoges fe
esperanza
Buscas
sólo la luz
sólo el día
sólo los sueños
Eres inocente
casi novel
a través de ti
voy a lugares de mi misma
que había olvidado
Recorres la vida
lleno de párvulos anhelos
forjas en tu entusiasmo la verdad
brillan tus ojos como los de un ángel
que se cree capaz de protegerme
Tanto has abierto mi corazón
que a veces te creo
*
Desde hace algún tiempo
cuando me miro en el espejo
estás tú
Definitivamente estás en mi nuevo peinado
en la calma cuando estaba a punto de gritar
en el vino tinto que bebo sola
en esta alegría que me da escribirte un montón de estupideces
que se han vuelto muchísimo más importantes
que todo lo que urge
*
A veces amanezco como hoy
Envuelta en un marasmo, en una nube
Voy por la calle cantando sin escuchar lo que demandan los niños
Me siento llena de algo
Es el dolor volviéndose cálido
Estas ganas de decir
De pintar
De plasmar
Tocar la arena
Su aspereza
Sanarme con la dulce quemadura de la cera
Extender las manos llenas de tinta
Atravesar corazones
Dolores
Angustias
Dudas
Tocarte y que me necesites
Mirarme y necesitarme
Besar sin compromisos
Respirar otra tibieza otro sabor
A veces como hoy
Me tolero
*
Ya sé qué es lo que pasó
Estoy subida en un columpio
Por eso es el vaivén
Por eso subo sonriente convencida de que casi toco el cielo
Y bajo con el estómago y las piernas y el corazón encogido
*
Como bien dicen
El alma no envejece nunca
Yo lo sé
porque después de esperar a que la pasta
esté a punto para condimentar la sopa
Después de hacer la tarea con los niños
Pero sobre todo después de sucumbir bajo las cuentas
Quiero escribir de eso que siento cuando te observo subir la mirada desde el suelo para clavarse en mis ojos
*
Abro los ojos
El malhumor me dice que me faltas
Antes del primer café
No hay más que esta sensación conjunta
Me indignan de este mundo
Tantas cosas por las que nada puedo hacer
…
si mis palabras volaran
A veces me conmuevo de mis propios intentos
De mi incredulidad que es candidez
¿dónde he estado todo este tiempo?
Tras el primer sorbo de café cierro los ojos
Quisiera pasar como tú por la vida
Casi sin tocar las cosas
Ajeno
Va creciendo la enramada y llena los muros
Los llena de sombra
Si un día me abriera las venas saldrían palabras y café
Estoy segura
¿Qué saldría de tus venas?
¿Alguna duda?
Prohibido 2
Si me preguntas
si me observas
si insinúas
si me aclaras
si me das la mano
si me nombras con total indiferencia
si temes
si amas
si deliberadamente te alejas
si cautelosamente te acercas
si te incomoda
si te halaga
si te inquieta
si te adula
Delante de tu piel
voy a negarlo
*
Tendida boca arriba
respiro
veo luz
sí, qué increíble, veo luz
El tiempo es diminuto
y se acumula
como arena se filtra en la edad
y en las preguntas
Despierto de un prolongado letargo
hay espinas
con cuidado me muevo
Mi corazón ya no quiere analgésicos
va cada vez más ligero
ascendiendo por una escalera
Tomo de ti lo que necesito
construyo una fantasía
como si pudieras ser lo que imagino
Gracias
gracias por la lejanía
que no me da de ti lo cotidiano
gracias por devolverme la inocencia
y ese espacio que abarca la duda
de creer que podría ser
*
El granizo está golpeando la ventana
algo parecido al corazón que tuve está latiendo
me voy acordando
hasta te respiro
Quién sabe qué tarde
estallaste en mi sangre como el sax de Louis Amstrong
desde entonces no ha dejado de llover
*
He recorrido los caminos de mi cuerpo
buscándote
Tienes la estatura de tu entrega
de tu inteligencia y tu intuición
Has buscado en tus esquinas
con el pretexto de mi nombre
Pisas seguro y confiado
pero dudas al mirarme
cortas de golpe las palabras
te guardas las preguntas
Irrumpo y te toco con mi voz
me tocas
No sé nada de ti
pero podría entregarme
no te imaginas que escribo
en el espacio que llenaría tu espalda
mientras lejano sueñas
*
Mi cabeza está llena de ruidos
no para
voy tras el sonido
por una nota
escribo en el silencio
*
Me cansé de amar lo hueco
lo vacío
la piel
lo externo
tantas palabras
que no me abrigaron
las ideas
los sueños
el sonido
sólo el aroma
Nunca encontramos
¿te das cuenta?
ni encontramos
ni nos encontramos
Me buscaste en tu esperanza
deshabitada, desierta
en tu soledad
ingenua
agreste
añeja
Te inventé en mi miedo
en mi debilidad
en mi premura
¿Hoy qué somos?
Camino andado
celada
fragilidad
huellas…
huellas
¿Será que uno se cansa de imaginar
de esperar?
cualquier cosa
una pasión que justifique la pobreza
que haga mínimas las grietas y la humedad
que nos duerma cada noche plenos
que nos dé nueva la piel, nuevos los besos, nuevo el aliento
cualquier cosa, te digo
hubiera servido también la riqueza
para vestir de seda los labios gastados y agrios
para viajar a otras camas, con otros climas
donde quizá no importe lo que dijimos
pero ya ves
es así
no estoy en tu cuerpo
no estás en mis palabras
no estamos
aquí
en el sitio donde sembramos planes, hijos, jardineras y mascotas
Aquí no estamos
tú estás en el sitio donde nos dividimos
estás ahí diciéndome que nada de lo que pasó pasará
yo estoy aquí
donde no puedo creer
¿Y ahora?
Tenemos hijos, jardineras, mascotas
huellas…
huellas
*
Estoy hurgando en los escombros
entre pedazos de piel y de esperanza
de olvido y entusiasmo
entre alacranes grandes y pequeños
entre instantáneas alegrías
Revuelvo con las manos, con el corazón, con los dientes, con el sexo
encuentro promesas de pasado
vestigios de un posible futuro
voces, nombres que me dieron voz
intenciones que me nombraron
En la mitad de mi trayectoria me detengo
observo, enumero, enderezo, remiendo
¿Quién no está armado de pedazos?
Tengo más de media vida delante
¿dónde estarás tú cuando escasee el cariño
cuando las manos busquen dónde posarse
como mariposas perdidas
como pájaros caídos?
Quiero entonces mirar hacia atrás
y no sentir un hueco
no desear el futuro
con la ansiedad de un presente vacío
Es que es como cuando se está callado mucho tiempo
y uno se llena de llanto
de ternura
de abismos
de fragilidad
y entonces llega alguien y hace una pregunta
por cotidiana y diminuta que parezca:
“¿Cómo estás?”
y al tratar de responder uno se rompe
Guárdate en mi olvido
Para que no me duelas
*
Voy a amarte sólo por unos días
sólo mientras tomo fuerza
sólo mientras estoy tan susceptible
que hasta puedo decirte que te amo sin estar segura
Te invento
porque estoy deshabitada
y cuando duermo, cuando lloro, cuando miro
necesito señales
donde debiera haber brazos, cuerpo, argumentos
Voy a amarte hasta donde me duren las ganas
un minuto antes de tu jactancia
apenas a unos segundos de tu nobleza
un instante antes de tu altruismo
Tus dudas no están de por medio
tú lo sabes
no te urgen mis labios
no te inquietas
no tiemblas
no me inventas
*
Sola
como un lugar
emerjo de mí misma
para naufragar
Prohibido
Prohibido
Tomaste el camino de mis presentimientos
como una buenanueva esperada
Tomaste por asalto a mi corazón
a mis excusas
a mis temores
Llegaste de quién sabe dónde a llenarlo todo
certero y distante
cálido y ajeno
*
Tus ojos son luminosos y profundos
guardan todo lo que callas
mi corazón se abre para oírlos
*
Siempre supe que llegarías
incluso sabía tu nombre
Desde muy joven te busqué
detrás de los árboles
entre las piedras del río
en las ventanas de los edificios
Traté de adivinar tu aroma
tu sabor
tu miedo
tu voz
tus razones
tu temperatura
tu medida
Llegaste en el momento más inoportuno
como suele hacerlo el amor
Te he encontrado
tu llegada es lo importante
ya puedo enumerarte entre mis bendiciones
*
Tus labios:
dulzura
espina
anhelo
revelación
quebranto
límite
pieza clave
impulso
caja de secretos
tesoro
peligro
esperanza
tibieza
elixir
perfume
fractura
fragilidad
Inalcanzables
prohibidos
*
Pasaste a un lado de mi vida
casi invisible
como el caracol silente
Caminaste a un lado de mis pasos
confidente y solidario
conversaste incomprensible, inexplicable
a un lado de mi voz
Vienes desde quién sabe cuál distancia
desde desconocidos caminos
desde extraños besos
Eres otro
te observo como por primera vez
y algo en mí se mueve
vibra
late
Como el caracol
silente voy a un lado de tus pasos
*
Lejana a la belleza que calculas
a las texturas que persigues
a los cuerpos que a tu alma se acomodan
Distinta a las medidas que amas
a las palabras que te explican
a los gestos que te encantan
a los credos que persignas
Soy de otra materia
estoy hecha de intensas tormentas
de laberintos truncos
minerales recuerdos
infinitas dudas
cálidas certezas
bondadosas angustias
indulgentes pasiones
condescendientes soledades
amables frustraciones
bienintencionadas despedidas
No ves cómo te observo
no escuchas que te llamo
no te completo
*
Temo ganarte
y que después te vayas
temo nombrarte y que me faltes
temo sobre todo que me ames
Llegaste tan a destiempo
que quizá confundas la cautela
con puertas cerradas
con corazón inerte
con labios lacrados
Te necesito cerca
a un costado de mi esperanza
entre mis palabras favoritas
al lado de mi fortaleza
enfrente de mis dudas
A la imprudente distancia de un beso prohibido
*
Llena de melancolía
no me dicto lo que siento
le pongo nombres vacíos:
Ocio
Tedio
Soledad
Me ocupo
me ocupo mucho
sobre todo de no acordarme
Dijiste que hay que dejar al destino hacer lo suyo
yo lo dejo borrarte
ni te pertenezco ni me perteneces
lo dejo que me oferte otras cosas
emociones distintas
distantes
Sigo
cada día doy un paso frente al otro
y así voy juntando calles y caminos
edad y valor
fracasos y venturas
sin nombrarte
sin que me faltes
*